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Finalizó una nueva edición del San Vicente Jazz

A lo largo de dos veladas con localidades agotadas, el ciclo volvió a instalarse en el Cine Teatro Plaza, emblema cultural del departamento. Con una irresistible combinación de sonidos tradicionales y modernos, la fiesta comenzó el sábado 13 con Suite 322, el guitarrista brasileño Yamandú Costa y Javier Malosetti 4TET, en tanto el  domingo 14, fue el turno del Mario Galvan Ensamble y Salomon Quartet y, en el cierre, la Sparkling Big Band desató una verdadera fiesta con clásicos imprescindibles.    

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XIX edición del San Vicente Jazz

Un clásico en constante renovación. En eso se ha convertido el Festival San Vicente Jazz que, edición tras edición, amplía su exitosa propuesta para ofrecer una amplia variedad de estilos y maneras de interpretar un mismo género.

El último fin de semana, la IX edición de este legendario encuentro confirmó que Godoy Cruz es un destino obligado para encontrarse con la música urbana nacida en Norteamérica. La cartelera de este año recibió a exponentes locales que dejaron grabada su impronta e invitados nacionales e internacionales que sorprendieron al público con grandes actuaciones.

 

Para abrir la cartelera de invitados, el experimentado trompetista Luis Marigliano fue moldeando el pulso rítmico del proyecto musical Suite 322, representantes del jazz, el soul y el latin jazz “hecho en casa”. Las versiones instrumentales de grandes obras e imprescindibles standards iban llenando las tablas, de la mano de la elegante instrumentación de Marcelo Fernández (guitarra); Pablo Gastón Egea (bajo); Daniel Espin (batería) y Hugo Enrique Núñez (guitarra y efectos) para recrear “Four”, del gran Miles Davis; “The shadow of your smile”; “Misty” o “Caravan”.

 

Sonidos desde el alma

“Este es un instrumento que se volvió muy popular en la música de Brasil y posee una gama de sonidos asombrosa. Una cuerda de más abre un mundo de infinitas posibilidades”. El relato pertenece a Yamandu Costa, el invitado internacional de la velada quien, minutos antes de salir al escenario, reveló las razones de su enamoramiento por la guitarra de siete cuerdas, instrumento que lo ha convertido en uno de los mayores fenómenos musicales de los últimos tiempos.

 

Con cada apasionado rasguido, el infatigable músico conquistó a la audiencia, que no tuvo más remedio que caer rendida ante el embrujo de las cuerdas y un manantial de sonidos que no encontraban sosiego.  En la soledad del escenario y casi sin emitir palabras, comenzó a desatar desbordantes composiciones, que navegaron sin escalas por geografías musicales del Amazonas y el Río de la Plata, pasando por el rico acervo musical argentino, que encontró en el chamame litoraleño y la zamba sus puntos más sobresalientes.

 

Con una irresistible combinación de fortaleza, elegancia y talento, Javier Malosetti y su 4TET impregnaron la noche con un alto cargamento de jazz, que se fue decantando a lo largo de un espectáculo que se disfrutó de principio a fin.

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Javier Malosetti

La presentación de “Spaguetti Boogie”; “Rough biker”; “El benja”; “Dirty Hi-Tec” o “Full glasses”, entre otras gemas de colección, reveló a un Malosetti al borde de la excelencia, de buen humor y con intervenciones vocales brillantes. El experimentado bajista se fue acoplando orgánicamente a Hernán Jacinto en los teclados, Tomás Sainz (batería) y Ramiro Flores (saxos) para ofrecer melodías desencadenadas y momentos de trance instrumental, que ofrecían un poco de calma en medio de un verdadero vendaval de sonidos ejecutado por uno de los nombres esenciales de la escena jazzera nacional.

 

En la noche de clausura, el sello de calidad sonora y buen gusto del Mario Galvan Ensamble se apropió del escenario. Bajo la batuta del destacado pianista que da nombre al conjunto, la alineación en la que conviven Patricio Ibire (contrabajo y bajo eléctrico); Lucas Lucchetti (batería y percusión); Leonardo Fugi Altavilla  (trompeta y flugel) y Rodrigo Cáceres (saxo barítono y clarinete) interpretó las obras compuestas por el propio Galvan, abordando rítmicas de la música argentina y latinoamericana, con un filtro eminentemente jazzístico. Se destacaron temas originales como “Desfiladero”; “Balamba” o “Don Ramoño” y hubo espacio para el estreno de algunos de los cortes de “Walta”, el primer disco de estudio de MGE, que será lanzado este año.

 

La banda Salomon Quartet nació en el 2015 y está integrada por titulados de la Escuela Moderna de Música y Danza de la Región de Valparaíso. El coordinador de la institución y responsable del grupo es Mauricio Ibarra quien, desde hace cinco años es un invitado de honor al festival, ya que entre la comuna y el país trasandino existen sólidos lazos de cooperación y amistad. En su primera visita al departamento, la voz y la guitarra del músico Diego Ruíz tomaron la posta, musicalmente hablando, con canciones que se iban nutriendo del jazz fusión, la trova, el rock y el folklore, dentro de una ecléctica atmósfera creativa que traza el rumbo del cuarteto, en cuya formación también participan Lionel Toro Burgos (bajo eléctrico), Sebastián Oyarzún (piano) y Cristian Baltazar (batería).

 

Con swing de pura cepa

Entrando en las primeras horas del lunes, los energizantes acordes de “La Sparkling…” todavía resonaban por los rincones del Plaza. Y es que el popular conjunto ofreció una contundente actuación que fue aplaudida de pie y subrayó el alto standard de calidad musical que esta gran orquesta tiene para ofrecer cada vez que pisa un escenario.

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La agrupación Sparkling Big Band

Una verdadera celebración musical exultante de swing, jazz y algunos pasajes de blues revitalizaron obras inolvidables, añadiendo capas de ritmo frenético e interpretaciones que encontraron en Lorena Miranda; Valentina Gratton y Fernando Costabile, la dosis justa de carisma, gracia e impronta dramática para ponerle la voz a piezas que han dado la vuelta al mundo.

 

Renovar el sonido inmortalizado por leyendas del género, manteniendo su mística, no es tarea fácil, pero la agrupación dirigida por el maestro Juan Pablo Moltisanti ejecuta cada arreglo con una minuciosa atención a los detalles, para mantener la esencia y el brillo de los grandes clásicos de la época dorada del género. Así, el irrefrenable ritmo de “Sing sing sing”; “Let the good times roll”; “Luck be a lady”; “Cry me a river” o “Closely dancing”, entre otras, se fue amplificando hasta llegar al clímax definitivo con la irrefrenable “Hit the road Jack” y su invitación a la pista de baile.

Fotos y nota por Diego Echenique

 

15 mayo, 2017