El ritmo comenzó a cruzarse al escenario A, con otra de las formaciones invitadas, La Farolera, una banda oriunda de la localidad de Villa General Belgrano. Haciendo base en Córdoba capital, es un grupo de músicos que hace más de tres años propone atravesar diversos géneros musicales y emocionales, con un repertorio de canciones divertidas y suculentas. A su término, los locales Spaghetti Western ofrecieron una vigorosa presentación que fue recibiendo la noche, con su irresistible amalgama de elementos sonoros provenientes del soul, funk, hip-hop y jazz, apoyado en la dulzura vocal de su intérprete principal y toques afro y latinos.
El silencio se convierte en carnaval
El esperado regreso de los Fabulosos Cadillacs encandiló el escenario principal, con una masiva celebración impulsada por una de las bandas más importantes del rock de nuestro país. Con la presentación exclusiva de Lalo Mir, quien expresó su encanto por la Fiesta, la energía desenfadada de Vicentico, Flavio Cianciarulo y compañía creó una instantánea conexión con reinvenciones un poco más aceleradas de sus propios clásicos. La inconfundible esencia de la banda más resonante en el inconsciente colectivo latinoamericano comenzó a escribir una nueva historia.
Cuando las agujas estaban por marcar las 23:30 y, durante un poco más de una hora y media, el trance fue inmediato y la noche pareció incendiarse con una catarata enganchada de grandes éxitos, en la que se presentaron algunas composiciones del flamante “La Salvación de Solo y Juan”, mezcladas con obras que no necesitan presentación: “Manuel Santillan, el león”; “Mi novia se cayó en un pozo ciego”; “El aguijón”; “El genio del dub”; “Calaveras y diablitos” ; “Carnaval toda la vida” y los consagratorios “Mal bicho” y “Matador” fueron elevando el ritmo, arriba y debajo de las tablas, para desacelerar con el clima intimista de “Siguiendo la luna y “Vasos vacios” e ir dando el golpe final con “El satánico Dr. Cadillac”, entre otras gemas que fueron coreadas por mil voces.