“La animación absorbe un montón de otras artes”, comentó. Es por eso que, a medida que se iba perfeccionando en los terrenos del modelado y la animación, disciplinas que, según sus palabras, lo fascinaban desde pequeño, tuvo que ir incorporando elementos de la fotografía y la plástica, para combinarlas con nociones técnicas como el storyboard, los enfoques de cámara, la iluminación o la realización de la carta de rodaje (la grabación del registro sonoro que luego se sincroniza con el movimiento de los personajes).
En el camino creó el proyecto “Del Entretecho”, mediante el cual dio vida a desopilantes y originales obras basadas, principalmente, en la animación con plastilina y con objetos. Entre sus archivos figuran tres microficciones de factura independiente, que lo llevaron a participar en diferentes festivales nacionales e internacionales. El primero de ellos se llama “Fantasmas”; el segundo, “La manzana”, y el tercero, “Ronko”.